miércoles, 10 de agosto de 2011

CRÓNICA REGENSBURG 2011 (I) NATACIÓN

Han sido unos días muy intensos, de muchas emociones y sensaciones pero me voy a centrar en el día de la prueba ahora que mi mente aún tiene frescos esos momentos.
Toda la semana pronosticaban lluvias en Regensburg (o Ratisbona para los españolitos), incluido el día de la prueba, pero los días pasaban y apenas caía alguna gota. Los 17 manteníamos la esperanza de que el día 7 la cosa no cambiase y nos mojásemos lo justo. Nada más lejos de la realidad.
El día "D" suena inútilmente el despertador a las 3:45 horas porque ya estaba despierto desde hacía más de 20 minutos. Me levanto, y junto con Patricia bajo a desayunar todavía vestido de civil. Sigo tranquilo como los días anteriores y desayuno con algo más de moderación que días atras. No quería preocuparme del estómago y me tomo un protector y una pastilla de Aerored.
Con mi inseparable botella de isotónica con carbohidratos bajo al hall del hotel y me reuno con el resto de Trilines y con algunos de los acompañantes que no querían perderse la natación. Llegamos al lago y empieza a diluviar. No habían abierto aún los boxes y conseguimos algún pequeño rincón techado. Algunos ni eso.
En cuanto abren nos vamos a las carpas habilitadas para cambiarse y tratamos de animarnos unos a otros. No era justo que lloviese de esa manera. Ese día no. Todo presagiaba que íbamos a pasar un infierno. Unos cuantos cogían su bicicleta y abandonaban el Ironman antes de empezarlo. Eso no cabía en mi cabeza. Han sido muchos meses de esfuerzos, sueños e ilusiones y mucha la gente que me iba a seguir este día con orgullo y admiración y no podía fallarles. Nunca durante la prueba paso por mi mente la idea de retirarme. No había venido a eso.
Me tumbo en un banco y conecto el mp3. Estoy muy tranquilo y ni siquiera preocupado por la lluvia. Espero a que se acerque un poco más la hora de la salida y comienzo con el ritual del neopreno.
Calentamos unos metrillos hasta donde estaban nuestros supporters y les saludamos desde el agua para volvernos a la orilla a darnos ánimos y esperar el disparo de salida. Me encuentro tranquilo, confiado y trato de absorver cada momento y cada sensación. Había venido a disfrutar de este día y nada iba a fastidiarme esto.
Se da la salida y busco entrar al agua, más o menos, por la mitad. No quería palos por delante y por detrás, y es que 2300 personas juntas en el agua son muchas personas. Consigo espacio más rápido de lo esperado y evito alguna que otra patada de los que van nadando a braza, a rana como diría mi abuela, que son las que te pueden noquear en un plis plas. Al principio no nado del todo recto pero a partir de la segunda boya ya voy nadando cómodo. Paso de buscar píes y solo trato de hacer mi natación en un agua en la que apenas veías tu mano. Enfilo las boyas rojas, que son las de la vuelta, y en la segunda noto un calambre en el gemelo derecho.
- ¡No me jodas! Aún me queda mucho que nadar.
Me toca pararme unos segundos y hacer el siguiente kilómetro llevando la pierna derecha muerta y pateando ligeramente con la izquierda, lo que hacía que tuviera que compensar con la brazada la tendencia de ir hacía la derecha por culpa de solo mover una pierna. Poco a poco veo que los amagos de rampa van pasando y bateo con las dos piernas, aunque con extrema precaución. No estoy nada cansado y sin embargo se que llevo buen ritmo y que voy a salir con mejor tiempo de lo esperado. Eso si, 3800 metros nadando se hacen largos.
Salgo del agua y doy un fugaz vistazo a mi reloj:
- 1h07 minutos !Tiempazo!
Entro en la carpa y me lo tomo con calma. Demasiada; 15 minutos en la T1.

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