Erase una vez un país en el que un chaval de 18 años, al que le venia justo leer su nombre y no digamos ya escribirlo, se paseaba con
BMW descapotable de 50000 euros y su
megascooter, vestía la ropa mas "
cool" y por lo tanto mas cara, lucia su moreno de rayos UVA, gastaba cantidades ingentes de dinero en sus fiestas nocturnas (al mismo ritmo que gastaba su nariz), no desperdiciaba la ocasión de ir a hacer
snowboard y entre semana se dedicaba a poner ladrillos, echar hormigón o tirar de paleta, o de brocha, o de cable, me da lo mismo. Todo ello a cuenta de los 4000 o 5000 euros que al nene, o al no tan nene, le caían, y por supuesto en negro, que ya se encargaba de que así fuese el promotor o constructor, que no era otro que aquel que dos años antes iba con la furgoneta cargada de escombros buscando un rincón donde poder tirarlos, o conduciendo un camión, y que después, y a pesar de ser incapaz de recordar los 9 números de su móvil, se paseaba manejando billetes de 500 como si fuesen cromos.
Había alguno de esos chavales, o no tan chavales, que en un momento de lucidez decidían comprar una vivienda, que por supuesto tenia que ser un chalet, un adosado o como mínimo un buen piso en un complejo residencial con su padel, piscina.
-¿Un piso? Eso es de desmayados, yo soy encofrador. - Tenias que oír de vez en cuando.
En ese país había otra gente que con esa misma edad pasaba la mayor parte del día estudiando hora tras hora un temario para intentar aprobar una oposición en la que posiblemente no había ninguna garantía de que el esfuerzo diese su fruto, y seguimos hablando de un chaval de 18 años. Mientras tanto se movía, cuando había dinero para gasolina, en un coche que rescato cuando un familiar lo llevaba camino del desguace tras 25 años de servicio. Pues resulta que un día ese esfuerzo tuvo su resultado y consiguió su plaza con la que ganaba tres veces menos que ese que iba a tirar yeso con el sueter de Ralph Laurent puesto. Con esfuerzo consiguió comprarse un piso de 30 años que 10 años después consiguió reformar, y tras pasar por varios coches de segunda mano pudo comprarse uno nuevo de 15000 euros. A todo esto cotizaba hasta el ultimo céntimo mientras su sueldo permanecía congelado y el resto del mundo ganaba dinero a espuertas. Entonces era el pringado y el pardillo, y si despertaba algún interés era porque era policía, no porque era funcionario publico, porque eso era de desmayados. Había incluso quien se reía cuando se enteraba que le habían roto algún dedo a algún brazo en una intervención por la mierda de sueldo que le pagaban.
-Tu eres tonto, por esa pasta yo no me levanto de la cama.- se tenia que oír, pero el creía en el esfuerzo y en que al final la vida pone a todo el mundo en su sitio. Tal vez por eso invirtió muchos años y sacrificios, tal vez demasiados, en estudiar una carrera, y mas esfuerzo si cabe, en seguir opositando para mejorar su situación laboral. Y al final lo volvió a conseguir.
Pues resulta que cuando creía que la vida comenzaba a poner a la gente en su sitio (muchas veces cometiendo enormes injusticias y causando verdaderos dramas) resulta que como medida completamente ineficaz, eso si tremendamente populista, un señor con menos dedos de frente que el chaval del BMW, decide que me va a robar un 7% mi sueldo.
¿Pero este mamarracho que se cree? ¿Por que no baja las subvenciones a los partidos políticos y a los sindicatos? ¿Por que seguimos dando 5300 millones de euros al año a otros países? ¿Por que pagamos traductores de vasco, catalán y gallego en el Senado y Congreso? ¿Por que le damos dinero al cine español como si lo regalasen? ¿No cree que si fuese lo suficientemente bueno encontrarían financiación? ¿Porque no me ayudo a mi cuando me toco cerrar las dos empresas que monte? ¿Quien cree que va ahora a consumir y a comprar algo? ¿No tiene bastante con mi 24% de IRPF con el que me descuenta mas de lo que mi mujer gana? ¿No es bastante esfuerzo?
Lo siento pero es que estoy muy quemado. Son muchos años de sacrificio y de lucha para que ahora un payaso robe de mi sueldo y encima que haya gente que lo aplauda.
16:00 horas. 40ºC. Viento de poniente que te laceraba la piel como si te golpeasen con un látigo. El agua del bidón a mas temperatura que la del radiador de mi coche. Y dos trastornados encima de la bici que a cada pedalada se preguntaban que estaban haciendo; Jose y yo. Muchas veces he oído lo de que este entrenamiento vale por dos pero el de hoy si que vale por dos, o por tres. Hasta la hora y media no nos hemos cruzado con ningún otro ciclista y al final han sido tres en total. Tres que tampoco tenían nada mejor que hacer. 
